miércoles, 5 de enero de 2011

EL PUEBLO QUE PERDIÓ LA RISA

Era un gélido día víspera de reyes, de manos “engarañadas”, de castañear de dientes y sarpullido de sabañones, de charcos escarchados, de tejados de carámbanos colgando y niebla cansina y envolvente. La nieve, a modo de alineados islotes aún hacía acto de presencia en las zonas más umbrías del abandonado parque de aquel pueblo abandonado, donde todo se pierde; Se pierden los gritos, se pierde la risa, la historia se pierde… Todo, todo se pierde.
Vagaban entre oxidados y retorcidos amasijos de chatarra, en otro tiempo, deslumbrantes aparatos de juegos infantiles, sus tristes niños que como sonámbulos en la noche, buscaban y rebuscaban dónde encontrar el arca de las cosas perdidas.
Juanito, uno de esos tristes niños y Luisa, una de esas niñas tristes de aquel triste parque de aquel pueblo triste, juntos volteaban los fríos hierros, apartaban la retorcida hiedra y amontonaban la putrefacta maleza, buscando sin hallar y siempre juntos, se miraban con la mirada perdida.
De pronto, Juanito, cayó al suelo retorciéndose de dolor, cogiendo su pie derecho con ambas manos y mostrándose un grueso alambre que al pisar se le había clavado taladrándolo hasta traspasar el empeine.
Un frío sudor se apoderó de su menudo cuerpecillo y un mar de lágrimas lo rodeaba inundándolo.
Ningún niño acudía a socorrerlo, ni siquiera Luisa que junto a él sólo miraba a lo lejos con la mirada perdida.
Mas súbitamente, la menudita Luisa se estremeció convulsionada e insistentemente señalaba con el dedo.
Desde donde se junta el cielo con la tierra venían dibujándose, gráciles serpentinas espirales dejando estelas de un vivo azul blanquecino en claro contraste con los rubios del atardecer, encabezadas por la más rutilante de las estrellas, mientras una musiquilla de no sé qué cascabeleo evocando el galope de veloces corceles sonaba cada vez más nítida y cercana.

La estrella se paró justo encima de los dos niños de la mirada perdida y como si se desenrollara una ingrávida alfombra, la azulada estela se inclinó hasta llegar a los pies de Juanito que yacía en el suelo desfallecido.
Por ella, majestuosos, bajaban o los tres reyes magos ataviados con sus mejores sedas y terciopelos, tras ellos todo su séquito igualmente vestidos, formando una armónica policromía de vivos colores.
Entre tanto, la rutilante estrella quieta iluminaba todo el parque hasta la laguna contigua.
Melchor, con voz de trueno, pero, en tono suave, se dirigió a Luisa elevándola sobre sus brazos:

-. Hemos escuchado tus desesperados silencios y raudos hemos acudido.
¿Qué pasa, qué sucede?
-. Luisa por respuesta señaló a Juanito.
-. Melchor la dejó lentamente en el suelo, acto seguido cogió cuidadosamente a Juanito que entre el delirio de la fiebre y el fuerte deseo de recuperar lo perdido y antes de que Melchor pronunciase una sola palabra, balbuceaba una y otra vez -. ¡Hemos perdido la risa, no la podemos encontrar! -. Melchor, como si no hubiese escuchado, miraba el incrustado alambre del pie de Juanito.- ¿Cómo es que no me pides que te cure?
-.Esto me duele, pero me duele más ver así a mis amigos -. Respondió Juanito entre sollozos.
En ese mismo instante, el alambre cayó al suelo, sin que Juanito se diese cuenta, Una minúscula nube salió del interior de la herida que a su vez se cerró y curó como si ese piececito nunca hubiese estado herido.
Mientras, los pajes y criados de los reyes fueron reuniendo en su entorno a los otros niños que vagaban por el abandonado parque de aquel pueblo abandonado hasta que estuvieron todos.
Melchor se dirigió a ellos diciéndoles -. Mirad, Juanito no ha llorado en vano. Sus lágrimas y su sudor han reblandecido el suelo donde estuvo postrado-. Luego se dirigió a Juanito y Luisa -. Escarbad ahí mismo un poquito, con el dedo y encontraréis una llave redonda, antigua y grande.
Enseguida la encontró Juanito que se la mostró a todos lo niños allí reunidos -. Volvió a hablar Melchor, esta vez con voz poderosa-. ¡Venga niños! Todos con Juanito y Luisa. Os vais a la plaza, entráis en el edificio blanco de la torre blanca y encontraréis arriba el arca de las cosas perdidas. De las tres cerraduras que tiene, sólo la del medio funciona. Abridla, apoyáis la tapadera contra la pared y rápido os vais a casa.
Tenéis que cenar muy bien, nos dejáis un vaso de leche en el comedor y os vais prontito a la cama que mañana será un espléndido día.

Todo lo hicieron tal como les dijo el Rey Melchor. Cenaron mejor que nunca, ante la extrañeza de sus padres, prepararon sus zapatos, bandejas y mochilas, recordando a sus padres insistentemente lo del vaso de leche en la mesa del comedor y raudos se metieron en la cama, durmiendo plácidos y felices como nunca les había sucedido.
Y amaneció un claro día de cielo limpio, de fúlgido sol.
Desde el interior de las casas llegaba un incipiente olor a bullicio, alegría y risas que poco a poco e imperceptiblemente iba impregnando todos lo exteriores del remozado pueblo.
Los niños, desatados por los nervios e impacientes por la curiosidad, fueron descubriendo cuantos regalos pidieron a los reyes magos, no faltaba ninguno, tampoco fueron tantos los que pidieron.
Un paquete extraño, casi escondido en el más escondido rincón de cada casa esperaba ser abierto por cada niño. Unos intrigados, otros inconscientes y los más con la risa esbozada en sus labios lo fueron abriendo y al punto, como si la más exuberante de las primaveras hubiese invadido sus inocentes almas, una eclosión de jubilosa alegría se extendió por todas partes. Ante ellos, la inasequible bicicleta de sus imposibles sueños hoy ya, milagrosa realidad.
En medio de tanta algarabía jubilosa, algo, les hacía coger sus flamantes bicicletas y salir a donde ellas los llevaran. Y así uno tras otro, todos los niños comenzaron su inconsciente peregrinar, el grupo era cada vez más numeroso. Los mayores, movidos por la fuerza contagiosa de sus hijos irremisiblemente los siguieron.
Llegan al abandonado parque y… el espectáculo que tienen ante sí es tal que grandes y pequeños, boquiabiertos, por unos instantes se quedan mudos, pasmados, sin capacidad de respuesta.

El parque luce nuevo. Nuevo suelo de césped que aún huele a hierba fresca recién segada, nuevo suelo de limpia arena recién traída del río, salpicados ambos de infinidad de nuevos aparatos de juegos infantiles.
Aquí, una pequeña parcela para juegos colectivos, allá un pequeño escenario para diversas representaciones. Siempre nuevos y en el lugar adecuado todas las dependencias que un parque nuevo debe tener.
Y como colofón a tanta belleza, en todo su derredor y naciendo de la laguna, un arroyuelo artificial de pequeñas cascadas, pequeños rápidos, pequeños remolinos y pequeños remansos en el que ya conviven en armonía pequeñas ranas y pequeños pececillos para diversión y alegría de los niños que… nunca debieron perderla y por fin…

Un día de reyes encontraron la risa.

MINERA
Fotos originales de J.G.N. y Minera. Montaje propio

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas son las cosas que en este relato nos cuenta Minera, tengo la impresión de que es algo más que un simple cuento. Valores, Estados de Animo y Sentimientos afloran por doquier, por destacar destacaría el comportamiento ante el dolor del entrañable Juanito o las diminutas cascadas, que por el rebosadero vertía la desaparecida laguna, cuando esta se llenaba, formando el inicio de un pequeño arroyuelo, personalmente me llama más la atención el gesto de Melchor, invitando a buscar la redonda llave que abre la olvidada arca de propios, el arca de propios era donde se custodiaban los fondos comunes a todos los vecinos, algo propio de todos y para todos. De esto, hoy día andamos más bien escasos, algo que no escapa a Minera, pues indica que de las tres llaves, solo funciona la del centro, mal asunto si todo está en una sola mano. Al abrir el arca contemplamos que por un día hay regalos para todos, (simbología plasmada en las tres fotografías) signo inequívoco de que hemos compartido, de que la multiplicación de los Panes y los Peces se produce cada vez que compartimos. Bueno seria que compartiésemos no solo en Navidad, sino todos los días y que el arca de propios volviera a tener las tres llaves.
Minera, gracias por el cuento.

Anónimo dijo...

Buena historia muy bien tejida, buen cuento de reyes y regalos. Que no nos falte la risa nunca, aunque el llanto es inevitable y transitorio, la risa debemos cultivarla y compartirla nace de la amistad y de la alegría de vivir, el compartir lo bueno y lo malo. Que la alegría de vivir con lo poco material que tenemos, nos haga sonreír y darnos cuenta que las tres llaves las tenemos cada uno en el corazón que no las estamos usando por ignorancia. Risa, Alegría y Sonrisa, la riqueza de vivir y compartir . Una sonrisa no cuesta nada, pero no sonreímos estamos tan distraídos con las prisas siempre que no paramos ante un amigo y le decimos gracias por compartir el pan y el vino de la vida con todos nosotros. ¡Sonría por favor!

Anónimo dijo...

Es un cuento tierno y encantador, de una riqueza de lenguaje envidiable y de una expresividad y belleza que emociona.
Con muchos mensajes positivos para los niños y una llamada de atención a los mayores que ya quisiera yo que tomásemos en cuenta.
Y es que con toda clase de recursos nos cuenta muchas más cosas de las que se leen en el cuento.
Minera,gracias por deleitarnos y
prodígate un poco más que da gusto leerte.

Anónimo dijo...

Parece un pueblo imaginario, pero tiene mucho del nuestro.
la inicial descripcón me recuerda la niñez cuando mientras tío Cojo hacía los adobes jugábamos todos entre la laguna y Portugalete a romper el hielo de los charcos, comernos un trozo como su fuese un polo (es lo que había),intentar romper la laguna con piedras, andar por encima de ella si aguantaba el hielo y tantas cosas.
Me ha calado lo de las manos engarañadas y los sabañones en las orejas pues me tocó padecerlos.
Me gusta la finura con la que tocas el problema de este verano sobre el deterioro de nuestro parque, y el que quiera pillarlo que lo pille,.Al menos es lo que yo pienso.
Por lo demás, precioso.

MINERA dijo...

Con todo los comentarios estoy de acuerdo básicamente, pero he de decir que cuando comencé el relato no me planteé ningún mensaje ni moraleja maximalista ni específico.
Soy amante de lo trivial y lo simple. Consejos doy sólo si se ha de menester y si me encuentro facultado y capacitado para ello.
Al final salió así porque sí, tal vez, el debate veraniego,quedó almacenado en el subconsciente e hizo que aflorase así a la punta del boli sin más.
En cuanto al arroyuelo artificial recordé "Valincoso" que decíamos, nacía de la Laguna de Arriba y no lo quería dejar fuera, así que a la altura de los mojones lo cogí de uno de sus brazos, le hice dar la vuelta hasta su madre la laguna y rodear juntos todo el teso de Portugalete para ,asi, unirlo a la fiesta.
Había que hablar sobre buenas personas y qué mejores virtudes a destacar que el compañerismo, la generosidad,el sacrificio y la entrega a los demás y eso sí. con final feliz.
Efectivamente, es un canto a la risa, la alegría y felicidad, estados personales que adquieren su máximo esplendor cuando tu obra repercute en beneficio de los demás sin otra esperanza de respuesta que la propìa bondad de tu acto. Es cuando te sientes verdaderament lleno de ellas, entonces te das cuenta de lo cerca que tenemos esa paz y esa felicidad que como posesos buscamos y cuán lejos la vemos, quizá porque la persigamos por caminos errados.
El marco de la historia.Podríamos aplicar aquí lo de "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia", mas los parajes del pueblo son los que mejor conozco y más siento, aunque caprichosamente juegue con ellos entrando y saliendo, mezclándo y añadiendo lo que el epíritu de la fantasía te impulsa.
Gracias por tu valoración léxica y literaria tan alta,pienso que sea más por tu afecto que por el valor real que,seguro,no es de mérito.
En cuanto al último comentario, has tenido las mismas sensaciones y recuerdos que yo iba experimentando conforme afloraba cada línea descriptiva y bien pudiera haber sido que los hubiésemos vivido juntos tú y yo
en nuestras correrías continuas
por Portugalete y aledaños, kilómetro arriba , kilómetro abajo a la redonda.

SALUDOS CORDIALES MINERA