domingo, 7 de abril de 2013

Solo fue un sueño

Corría el año 2007 y se habían contado algunos días del mes de Octubre, cuando encontré una escueta nota sobre la comitiva de una Princesa que había salido de Coria y fue a dormir al Campo, (hoy Villa del Campo) tras posteriores indagaciones se supo que la comitiva fue la más grande jamás creada en España, y que ciertamente había pasado por el Campo…

… Casi al mismo tiempo, una noche mientras dormía, tuve un sueño o visión, que me sumergía en aquella memorable comitiva, con toda claridad vi que en la plaza del Campo, aparecían unos jinetes vestidos con ricas y extrañas vestimentas, el ruido de las cabalgaduras atrajo a infinidad de curiosos, (sobre todo, a mujeres y niños) tras hacer sonar unos tambores, a viva voz leyeron un pergamino que previamente habían desenroscado, posteriormente clavaron varios pergaminos en los postes de madera que sostenían los portales de la plaza y en algunas de las puertas más cercanas, (anunciaban la llegada de la comitiva de la Princesa María Manuela de Portugal, que se dirigía a Salamanca para consumar su matrimonio con el Príncipe Felipe, que más tarde reinaría como Felipe II, y se pedía que fuese recibida lo más dignamente posible).

El estruendo de los cascos sobre la calle empedrada, desvelo mi sueño y me despertó.

Posible composición del edicto leído en la plaza

Por más que lo intentaba no lograba dormir, ni borrar aquellas significativas imágenes, que una y otra vez de manera encadenada se sucedían en mí mente, como una pegadiza melodía de la que no puedes desprenderte.

Cuando de madrugada caí rendido, las secuencias que persistían en el subconsciente me devolvieron al sueño.

Para ese entonces, la comitiva ya había llegado a Villa del Campo, a la entrada del Cristo se concentraba una muchedumbre que daba vivas a la princesa, el pueblo entero se había vestido con sus mejores galas y aclamaba a los recién llegados, la princesa descabalgó y en compañía de dos Obispos y varios nobles entraron en la ermita y postrados ante la imagen, oraron brevemente, al salir nuevamente eran vitoreados mientras que una larga fila de personajes ilustres se habría paso entre el calvario y se dirigía al sitio conocido como la reverencia, allí se había formado un arco triunfal engalanado con ramas de laurel, y árboles próximos del entorno, tras pasar el arco, eran recibidos por las autoridades civiles y eclesiásticas. Algo me decía que aquello que ante mí ocurría era una escenificación de lo acontecido siglos atrás, ya no eran los caballeros a la vieja usanza medieval quienes veía en la representación, incluso yo mismo me reconocía, en la figura de uno de los niños revestidos que acompañaban al párroco que les daba la bienvenida y solemnes bendiciones, tras el debido protocolo hacían la entrada triunfal, al solemne ritmo de la Marcha del Antiguo Reino de Galicia, (marcha que al igual que la leyenda de  Aldara, la doncella cierva del Castillo de Doiras, había sido introducida por un desterrado gallego que buscó refugio en la Alcantarina orden de caballería) tras la entrada, pueblo y comitiva se dirigían a la plaza donde eran obsequiados con bailes regionales y productos típicos locales, tras lo cual, en tono festivo, acompañados de pasacalles, daban una vuelta por todo el pueblo, deteniéndose en plazas o plazuelas, así como en otros puntos dónde las calles lo permitían, y bailaban sus bailes más destacados. De vuelta a la plaza, todos degustaban la feria medieval, que contaba con abundantes alicientes.

Todo era confuso y novedoso me sentía agobiado y apenas si podía alcanzar a entender lo que pasaba, dentro de la confusión que me embargaba, ocurrían diferentes situaciones entre sí relacionadas, simultáneamente a la representación local, veía una gran compañía de cómicos de las Diputaciones Extremeñas, que itinerantes recorrían las 16 localidades por donde pasó la citada comitiva, en cada pueblo o ciudad se recreaba con todo lujo de detalles el acontecimiento que contaba con la masiva participación y colaboración de vecinos e instituciones locales y provinciales, el festejo era tan majestuoso que atraía a los pueblos aledaños, y a los no tan aledaños, convirtiendo la fiesta en una de las más esperadas del año.

A su ved, en el fresco aire festivo, venia envuelto un viejo son que me identificaba con el “Baile de la Rúa” la visión era borrosa, como si algo la hubiera difuminado, aun así pude apreciar dos largas filas de hombres, ataviados con pantalones bombachos, chalecos floreados en la espalda y cubiertos con sombreros calañeses, que sostenían en lo alto pañuelos de colorines, las hileras llenaban la calle Gonzalo del Campo, desde el alto de la Iglesia a la solejera, al son de la música, comenzaban a revolotear los pañuelos y a sonar las castañuelas, formándose bellos remolinos tras los cruces de parejas, del  vivaz baile que se practicaba en el Campo con frecuencia.

Poco a poco la imagen se fue acentuando y pude ver con mayor claridad que se trataba de una representación teatral, un grupo folklórico había rescatado el viejo baile de la “Rúa” y lo estrenaba en un bello espectáculo que recreaba el viaje de la comitiva de la princesa, además de la “Rúa” se bailaba el baile más representativo de cada uno de los pueblos por donde había pasado la comitiva, y había llegado el momento en que la comitiva llegaba al Campo, y allí, en medio del mejor folclore Extremeño, entre el Candil, el Redoble o la jota de Coria, representado sobre un fondo de la citada calle Campusa, de manera resplandeciente se ejecutaba el baile de la “Rúa”, que dejando a un lado, el ser exclusivo de un pueblo, pasaba a formar parte del patrimonio cultural universal.

La expectación creada en torno a la “Rúa” era enorme, casi nadie la había visto bailar, y todos esperaban ansiosos el momento de verla, apenas sí había comenzado y ya se apreciaba que su belleza escénica era memorable, tanto que una salva de aplausos irrumpió en plena actuación y me despertó del sueño, al instante, un escalofrío recorrió mi cuerpo, estaba abatido, me sentía como si hubiera librado una batalla contra un invisible enemigo, mire a todos lados y nada había a mi alrededor, estaba solo y abatido, nada real había ocurrido, solo era un sueño...