domingo, 16 de enero de 2011

San Antonio y los Pajaritos

Muchas son las canciones del repertorio popular del Campo, canciones transmitidas de boca en boca a lo largo de generaciones y que sigue vivas en la memoria colectiva.
Las hay que denotan cierta tristeza, afloran como desahogo en determinados momentos de aflicción o desaliento, envolviendo el entorno de un halo de pesimismo y melancolía, otras sin embargo brotan cual primaverales flores, impregnando el aire de festivas melodías, y unas cuantas que por sí solas, al ser cantadas estimulan la alegría colectiva.
En estas dos últimas definiciones podría encuadrarse la canción que nos ocupa, entonarla es sinónimo de regocijo y contagioso alborozo.
Considerada romance por unos y canción narrativa por otros (parece más narrativa que romance) San Antonio y los Pajaritos podría proceder del siglo XIX o comienzos del XX, (no existen versiones escritas en el medievo por lo que su procedencia se deba al cauce oral, y fuera escrita por algún apasionado Antoniano) la canción es extensamente conocida en España, por lo que no cabe considerarla de un

determinado sitio, en Villa del Campo tiene un amplio y resonado arraigo, solía ser coreada en las grandes celebraciones colectivas, fiestas, procesiones, alboradas, rondas o jaranas, en ellas siempre había alguien que con gran entusiasmo la entonaba, y de manera un tanto especial en las bodas mientras se pedía la maná o en los pasacalles cuando estos se hacían para lucimiento de los novios, todo un significado dado el carácter casamentero que se atribuye al santo, en idéntico sentido podría enmarcarse el hecho de ser muy usada por las mozas mientras realizaban las domésticas tareas cotidianas, o en cuadrillas en plenas labores campestres como escardar, espigar, coger bellotas, aceitunas, mientras hacían la colada en fuentes, regatos, arroyos, y un sin fin de faenas.

Todo ello contribuyó al fomento de la canción, aunque quizás la mayor y más profunda raíz de la tradición oral proceda, de que solía ser cantada a los niños por madres o abuelas, para que estos se entretuvieran y no dieran guerra, o para que se durmieran, (al final la canción se quedaba en un sonsonete o ronroneo, bien por desconocimiento de la letra o por agotarse esta) quién no ha escuchado alguna vez de labios de su madre o abuelas la entrañable melodía que narra el prodigio de un niño de ocho años en la custodia de los pájaros, la canción en si es larga y cantada con tono pausado da para largo, los niños escuchábamos entusiasmados el armónico relato, ajenos a que el milagro en sí, tal y como lo cuenta el romance es muy difícil de que pudiera realizarse, no por falta de don y fe, que de ambas cosas andaba sobrado, si no por que no eran propicias las circunstancias en que se crió el santo.

En primer lugar no se llamaba Antonio, su nombre era Fernando, el de Antonio lo adopta al ingresar en el convento menor franciscano a la edad de 25 años, no era de Padua, nació en Lisboa y vivió en Portugal hasta los 26 años, Padua fue el lugar donde murió, su padre era un noble Portugués, (queda patente a lo largo del romance, posee espacio cerrado para todas las especies de la zona, moviliza al obispo y a los nobles que le acompañan) y por su condición ni antes ni después de misa necesitaría estar espantando pájaros y mucho menos dejaría a su hijo de ocho años en la custodia del sembrado, (salvo que el autor quisiera introducir alguna alusión evangélica a los mandatos o voluntades del padre, que el hijo ampliamente satisface) de eso se encargaría algún criado, y dada la bondad del santo, en la ausencia del padre pudo suceder que mientras jugaba o correteaba, viera la labor que se estaba realizando en el huerto y por su don divino obrara el milagro de mantener a las aves alejadas del sembrado, que ante tal portento acudiera el obispo no es de extrañar, lo reclamaba un noble, ante tanta nobleza no parece adecuado que un niño de ocho años, cristianamente educado entre los clérigos de la catedral lisboeta, decidiera en presencia del obispo y su gran acompañamiento, cuando y en que orden han de salir las 28 o 29 (según versiones) especies de aves citadas, entre las que había algunas de rapiña que poco daño podían hacer al sembrado, milagro o no el poeta puso muy poco empeño en su labor creativa o quizás los ecos que le llegaron no fueron muy claros, o la fuente de la que bebió no fue la más acertada.
Lo expuesto sobre San Antonio, son conclusiones de la lectura del romance y los datos biográficos, sin olvidar que las leyendas franciscanas son muy dadas a los milagros sobre animales y San Antonio fue un destacado predicador de dicha orden, no exento de que alguien le atribuyera algún que otro milagro no realizado.
Fuese como fuese las virtudes y bondades de San Antonio, están sobradamente demostradas, el santo goza de gran devoción, como patrón que es de panaderos, pobres y mujeres estériles entre otros, se le invoca en la recuperación de objetos perdidos, para pedir un buen novio o marido y un sin fin de favores que con gran bondad concede.
Hoy día tanto madres como abuelas, malamente enseñan a sus hijos y nietos el socorrido romance, ni otros muchos avatares relacionados con el pueblo, la transmisión oral pierde sus raíces, sí en el Campo queremos conservar la tradición y difundir nuestra cultura y costumbres, hay que buscar otros cauces y difundirla por todos los medios que tengamos a nuestro alcance, oír canciones a capela de voluntariosas gargantas colándose por ventanas, rendijas y tejas, es algo que en Villa del Campo incita a la fiesta.

                                           Canción de San Antonio y los Pajaritos

Momentos, Actos o situaciones en las que se solia cantar los Pajaritos

Fotos cedidas por J.G.N. Excepto la de los quintos en la Cruz

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