lunes, 22 de febrero de 2010

¿QUIEN FUE PRIMERO, EL CRISTO O EL CALVARIO?

Recorrer la historia de Villa del Campo o su geografía y no toparse con signos o símbolos religiosos o alusivos a la religión, resulta casi imposible.

Desde antes de la llegada de los priores, finales del siglo XVI, ya había constancia de estructuras religiosas y de la influencia que sobre el lugar ejercían los frailes Alcantarinos.
Ambas cosas se verían ampliamente incrementadas con la llegada de los priores, y es de suponer que con ellos incrementara también la fe.
Quizás la costumbre de ver estos signos o símbolos, o el hecho de saber que estuvieron allí, no nos hayan llamado mucho la atención, aunque parece claro que su ubicación no fue fruto de la casualidad.
Uno de estos símbolos es el calvario.
Generalmente se conoce como calvario, a tres cruces alineadas sobre un promontorio o una plataforma firme, la central de mayor tamaño que las laterales, representan la agonía y muerte de Cristo, suelen estar ubicadas a las afueras de los pueblos, en lugares visibles y de mucho tránsito,

Tal vez, el hecho de estar tan cerca, o por creer que ambas cosas son de una misma época, nunca nos hayamos hecho la pregunta de ¿Quién fue primero, el Cristo o el Calvario?

Aunque hoy resulta difícil separar el uno del otro, no parece tener mucho sentido hacer ambas cosas a la vez, en la misma ubicación, hay datos que demuestran que primero fue el calvario, (aunque no el actual que data de 1792, si no otro más antiguo del que quizas formara parte la basa que se encuentra detás del Cristo) y más tarde, quizás de manera complementaria o para redoblar los efectos que tenia el calvario, se edificó el Cristo, pero en su origen y con los datos barajados, las construcciones fueron independientes, de hecho ambas palabras conviven indistintamente en la actualidad.
Los datos sobre la edificación del Cristo, giran en torno a finales del siglo XVII o comienzos del XVIII, del calvario, se tenia la certeza que era más antiguo, por un arreglo de las cruces de este, que costea en 1659 la cofradía de la Vera Cruz, los arreglos o reparaciones, suelen surgir tras algún periodo de uso, lo cual nos lleva a un tiempo más remoto.

Tras la construcción del Cristo, bien porque el antiguo calvario fuera de poco calado, o estuviera deteriorado, se creo el actual calvario, de considerables dimensiones y gran valor artístico. Sobre el antiguo poco o nada sabemos, quizás la mencionada basa, fuera parte de el y a su vez formara conjunto con el vía crucis que se extendía por los olivares hasta cerca de la Iglesia, (en la pared del huerto de tía Barbarita, frente a las traseras de tío Arturo y tía Juana Pariente había hasta hace unos años un pedestal de dichas cruces) la toponimia no ha dejado mucha huella en la zona hay lugares conocidos como el Cristo, la Sacristía o la Reverencia, esta ultima toma el nombre de la ancestral costumbre que había de al pasar por allí hacer una reverencia, como señal de veneración al Cristo y al Calvario, en el mismo sitio, final de la calle Abajo y Arrabal, hasta no hace tanto, la madrugada del Domingo de Resurrección se hacia el encuentro, lugar mucho más idóneo y emotivo que el actual en la plaza.
Antes de la construcción del Cristo, el calvario desarrollaría la función de dar la bienvenida y a su vez  de punto de reflexión, para que al salir o regresar de los quehaceres, se tuviera un momento de sobrecogimiento ante este símbolo de dolor y padecimiento, que además representa el duro y penoso camino de la vida, no en vano, este calvario está ubicado en medio de la principal vía que poseía, (hoy reducida a uso interno) un transitado camino que aquí hemos llamado por convicción de que así fue, EL CAMINO DE LA VIDA.

A su vez, el calvario cerraba uno de los ejes del pueblo, el noreste, sureste, formado por el vía crucis que como ya se ha visto, partiría del actual alto de la Iglesia, que en aquella época estaba totalmente despoblado (la Iglesia es bastante posterior) y talvez en lugar de la hermosa cruz del alto, o en sus proximidades estuviera la primera estación y que fuera siguiendo algún camino que enlazara el de Fuente Santa con el del Pozuelo.


Colocar 14 cruces en el tramo del alto al calvario, equivalía a que no habría modo de salir del pueblo por ese lado, sin encontrarse con alguna cruz que invitase a la oración, el otro eje, el noreste sureste, estaba algo más despejado, aunque no exento, al no haber en aquella época ni olivos, ni edificaciones, desde cualquier parte de las eras o los mojones, podría contemplarse, bien la ermita de San Sebastián, o el propio calvario.
El pueblo contaba con muchos puntos o lugares con simbología religiosa, la Iglesia, la cruz, el vía crucis, el calvario, el Cristo, la ermita de San Sebastián y la de San Blas en pleno centro, copaban y cercaban al pueblo, como si fuera la reserva espiritual de Alcántara.
Esta meticulosa ubicación, hace pensar que los responsables locales, en otro tiempo, básicamente religiosos, pusieron muchísimo empeño en esta distribución, y a fe que lo consiguieron, hasta el siglo pasado era frecuente, bien por costumbre, tradición o devoción, la practica de santiguarse o hacer una genuflexión al pasar por estos lugares.

(De la infancia, recuerdo un caso que me sorprendió muchísimo, una mujer que vivía en la solejera, nunca iba a misa, pero siempre que pasaba por delante de la Iglesia y de la cruz se santiguaba y hacia una reverencia. Hoy por el que dirán, quienes vamos a misa, al pasar por una Iglesia no hacemos ningún gesto, aquella mujer no tenia ningún reparo en hacerlo.)

La falta de uso, termino con la desaparición del vía crucis, el desinterés y el abandono facilito la rapiña, y así, una a una, cruces y pedestales se convirtieron en pilares o vigas de carga, quedando plenamente demostrado que el abandono, daña más que el buen uso, de ahí la necesidad y la importancia de que el organismo al que corresponda, facilite y fomente el uso de todo aquello que actualmente poseemos, evitando con ello su deterioro, prueba de ello son la ermita y el Cristo, que mutuamente se benefician del incesante trasiego, en ambas la dejadez arruino sendos altares, de igual modo se perdieron las ermitas de los santos Mártires y la de San Blas, y hasta la propia capilla mayor de la Iglesia, se venia al suelo en 1716, siendo necesario trasladar el Santísimo a otro altar y aun allí estaba en riesgo e indecencia, motivo por el cual el Obispo, manda sea trasladado el mencionado Santísimo, de la Iglesia a la ermita de San Blas.

Desde este blog se ha advertido del mal estado del brazo izquierdo de la imagen del Cristo.
¿Dejaremos que se caiga a pedazos, o trataremos de arreglarlo ahora que se está a tiempo?
Como decía al comienzo, resulta difícil, recorrer nuestra historia, sin encontrarse con temas religiosos, su posición extrema, con tierras del obispado por un lado, del señorío de Galisteo, y de Coria por otro, debió atraer a muchos frey guerreros Alcantarinos, que a falta de enemigos que combatir, vigilarían sus amplias posesiones, recelosos de las demás encomiendas linderas, se sospecha que en la barrerita el fraile, hubo un pequeño convento, (bautizar esa levísima y breve barrera con nombre tan sugerente, no puede ser casual, aun hoy pueden verse restos de tejas y ladrillos, y en el pasado se hallaron vasijas de barro, ya en tiempos más recientes, menos de dos siglos, en un censo, se contabilizan 7 clérigos, entre una población de 1600 almas) el calvario seria
paso obligado del convento al pueblo, y lugar recordatorio para la oración de estos frailes más diestros en las armas que en los rezos, aunque no es de extrañar que organizaran multitudinarios vía crucis, culminados en la explanada del calvario, como actos penitenciales, muy de la época, promovidos sobre todo por las comunidades Franciscanas, comunidad no muy en línea con las ordenes militares, sobre todo en las posesiones, pero religiosos al fin y al cabo, y entre ellos bien pudo haber conexiones, ya que entre las 8 cofradías contabilizadas en el pueblo había una de San Francisco, y la valiosa talla de este santo, siempre tuvo un lugar destacado en la Iglesia del Campo, aunque durante algún tiempo estuvo poco visible, su lugar lo ocuparon imágenes de nulo valor artístico.

El calvario sin el cristo y los olivos, debió ser un amplio y hermoso paraje, convertido en punto de entrada, atrás en las lagunillas, quedaba el camino de Santibáñez, ya como transito o de pasada hacia otros lugares, la edificación de la ermita le restó visión y valor simbólico, valor que fue compensado por la ferviente devoción al Cristo quedando ambos, plenamente fusionados.

Fotos cedidas por Minera, Jorge Luis Lorenzo Tato y J.G. N.


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