viernes, 9 de marzo de 2012

El Chozo de Piedra, Arquitectura Popular Extremeña


La arquitectura tradicional es una de las formas más claras de entender los orígenes, costumbres y tradiciones de un pueblo, ella es testigo y espejo de la herencia indígena, suele tener su origen en la respuesta a las requeridas necesidades y funciones del entorno en que se halla anclada, sin causar trasformaciones en su utilización y puesta en práctica.
Claro ejemplo de ello es el chozo de piedra, ancestral construcción de marcados rasgos célticos, rasgos de fácil seguimiento a través de las huellas del tiempo.

En el tratado de Arquitectura, al describir los orígenes de las viviendas pastoriles, Vitruvio venia a decir, que al principio las hicieron plantando horcones y entrelazándolos con ramas, levantaron paredes cubriéndolas con barro, otros edificaron con terrones sobre los que colocaron maderos crudos, rematando la construcción en punta y cubriéndolo todo con ramas secas y barro, de tal modo que resbalase el agua por ellos.
Se basaba Vitruvio en que en su tiempo, siglo I a.C. se seguían construyendo con similares características y podían verse en naciones como la Galia o Hispania.
Antonio González Cordero, puso fecha a esos orígenes, llevándolos al tercer milenio a.C. y sin apenas evolución, el habitáculo se ha mantenido activo durante cinco mil años, buena parte de esa actividad podemos contemplarla a lo largo y ancho de nuestro término, tanto de forma individual como agrupados, unas veces como chozos o majadas, otras como castros o poblados, siempre estuvieron presentes, aunque los tengamos olvidados.
En la definición de chozo, caben las edificaciones de piedra, de habitación permanente o temporera, son de escasas proporciones, (sus reducidas dimensiones apenas si reunían las mínimas condiciones de la época para la que fueron creados,) carentes de ornamentación, sin más pretensiones que las de proporcionar cobijo.

El chozo del camino del Zanco es un vivo exponente de la arquitectura tradicional Extremeña y como tal del chozo de piedra, sin ser joya Tartesa, ni el tesoro de Aliseda, es el mejor legado tanto de la reciente historia como de la del pasado.

El origen del chozo como habitáculo o refugio del hombre, pudo surgir como aprovechamiento de los espacios abundantes en caza y otros menesteres de subsistencia que se hallaran alejados de las cavernas, o bien en su condición de nómada, para seguir el sentido migratorio de los animales de los que provenía gran parte de su sustento, lo cual le permitía ocupar y abandonar espacios sin grandes esfuerzos.

El sentido nómada o itinerante, ha estado siempre ligado a los chozos, llegando intacto hasta nuestro tiempo.

La subsistencia de tan longeva edificación podría basarse en la simplicidad y eficacia de su construcción y su completa adaptación al medio que lo rodea, dándonos una magistral lección del sabio aprovechamiento de recursos naturales, para su construcción se usaba material pobre, piedra no tratada y desigual, de directa utilización, en ocasiones bastaba con juntar las muchas piedras esparcidas por el contorno, acción con la que se limpiaba el suelo dando uso a lo que era un estorbo, quedando la tierra libre de ellas, o bien desde un próximo canchal, extraerla y el hueco dejado quedaba como pedrera que ejercía de abrevadero, dominando el medio sin apenas alterarlo.

                                                    Técnicas de Construcción

La técnica más usada en la construcción del chozo de piedra es conocida como Piedra Seca, aunque a veces como en el chozo del camino del Zanco va mezclada con barro, la piedra utilizada de tamaño y peso pequeño o mediano, hacen que para su construcción no sean necesarios mecanismos ni andamios, sólo un mazo o martillo, una plomada y unas sabias manos, dan autonomía a su ejecución e inmediata respuesta a las necesidades requeridas sin excesivo gasto.
Sobre un suelo firme y liso, sin cimentar, se traza el circulo sobre el que se colocan las primeras hileras de piedra, para lo cual se utilizan las más grandes que darán solidez a la construcción, sobre ellas valiéndose de sus sabias manos el pedrero encaja cada una de las piedras en el sitio más adecuado, formando dos muros encarados en ambos lados, rellenando el hueco con piedras más pequeñas o cascajo, las piedras se inmovilizan por medio de cuñas de tal modo que cada una soporte su propio peso, las jambas suelen realizarse con piedras más grandes, contrapuestas unas a otras dando solidez al muro desde la base hasta el dintel, que suele ser plano y de pizarra y a una altura inferior a la humana, el muro puede tener algún pequeño vano utilizado como entrada de luz, ventilación y vigilancia, interiormente suele tener hornacinas usadas como alacenas, alcanzada la altura deseada, el cierre lo coronaban lanchas sobresalientes a modo de alero, cornisa o voladizo, evitando así que las aguas vertientes caigan por la pared, y sobre ellas se construye
consistente en la colocación de grandes lanchas de pizarra unas sobre otras hasta cerrar la falsa cúpula, finalizada esta se cubre con barro impermeabilizándola de las inclemencias del tiempo, dejando un pequeño hueco a modo de chimenea para salida de humos, el hueco dejado solía taparse con una piedra en época de lluvia.
                                                         Acondicionamiento

Dentro de la simplicidad y las reducidas dimensiones del habitáculo, este solía estar bien aprovechado, en el centro la piedra de la lumbre, en ella bien sobre trébedes o mediante las llares colgadas del techo, el caldero hacia su función mientras los pucheros bordeaban el fuego, a un lado el jergón de bálago, que enrollado podía servir de asiento, al fondo un arcón o baúl en el que se guardaban mantas y ropa sirviendo a su vez de escaño, al otro lado un poyete donde colocar la tinaja del agua, la loza y un espacio para la mesa, bajo esta la banqueta o el tajo bien de corcho o encina, con patas propias o incorporadas, (estos últimos algo incómodos sin cojín y siempre se les caía una pata) a diferentes niveles, tablas sobre estacas o alcayatas
clavadas en la pared servían de estantes a los enseres, complementando la alacena, si es que la había, en las estacas se colgaban alforjas, cuernas, el morral o zurrón, el candil o carburo que iluminaban la estancia, el barril, la chacina y demás utensilios, todo un mundo, dentro de tan reducido espacio, el chozo carecía de puerta, en su lugar una vieja angarillas de la majada, entrelazada de tarmas, escobas o bálago hacia las veces de puerta, en el contorno exterior se ponían poyos que dependiendo del tiempo, bien a la sombra o resolana servían de asiento.
                                          
                                                                    Usos
La utilización del chozo va ligada principalmente a la majada, puede verse relacionado con la custodia y vigilancia de esporádicas productividades, desde él se vigilaba (también inducía a la disuasión por si el propietario se hallaba  dentro) el olivar, la montanera, la viña, el huerto, las colmenas, el melonar o cualquier otro tipo de fruto temporero o propiedad.

                                                                Aportación


Su aportación al modelo económico viene avalada por siglos de antigüedad, en la práctica totalidad de la geografía Extremeña, sus estrechísimas relaciones con el entorno natural y su genuina construcción cien por cien ecológica e integradora, ha hecho de él una significativa expresión de identidad del pueblo Extremeño y un claro testimonio de contribución paralela a formas de vida sostenibles y fomento de los pueblos.


                                                         El futuro
Independientemente del estado en que se encuentren, los chozos de piedra, se hallan protegidos por una Proposición no de Ley de 20 de noviembre del 2005 y amparados por la Ley de Patrimonio Histórico Cultural de Extremadura, como Bienes de Interés Cultural, si bien unos diez días antes de la publicación de estas líneas, el chozo del camino del Zanco, ni tan siquiera se hallaba inventariado, (otro más que añadir a la lista de Bienes de Interés Cultural no inventariados que posee la villa del Campo) aunque en este caso concreto, contamos con la firme intención de la Directora del Patrimonio Histórico Cultural de Extremadura, de llevarlo a cabo.
Mientras eso ocurre, debemos cuidarlo y conservarlo como parte de la vida y cultura de nuestros recientes antepasados, los chozos fueron una realidad que no hemos de olvidar y menos, si aún está, impregnado en sus paredes, el calor humano de quienes lo habitaron.

Fotos cedidas por Minera y Camelia

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante, como tantas cosas olvidadas con el paso del tiempo en este pueblo. Las casetas en el campo también desaparecen por falta de uso.

Sixto dijo...

Buen trabajo.
En la provincia de Cáceres, todavía existen y me parece estupendo que se den a conocer y se conserven, pues legado de nuestros antepasados.
Un saludo

Julián Gil Nevado dijo...

Este chozo tiene más de cien años así que tiene que entrar el inventario de chozos de Extremadura o dejo soy Extremeño.
Más información sobre chozos en:

www.elchozoextremeño.es


Ya que tienes las fotos envíale alguna a esta asociación.
Saludos Extremeños.