martes, 25 de julio de 2017

Bautiná
Cuando ya se habían apagado los ecos de la aparición de la Bautiná y parecía que todo quedaba en vía muerta, surgió con fuerza una voz convencida de llegar hasta el final que reavivó la búsqueda, juntos realizamos planteamientos que al final llegaron a buen puerto, partimos de la base que hoy día se puede contactar con cualquier autor, pero el autor del libro (Joseph Crivillé i Bargalló) en el que fue hallada la referencia de Bautiná ya había fallecido y se opto por ojear el libro en una biblioteca, no hubo suerte, en dicho libro tan solo aparecía lo que ya conocíamos y varias menciones a García Matos, también se ojeo el Cancionero Extremeño de Bonifacio Gil, con el mismo resultado, en un nuevo planteamiento llegamos a la conclusión de que sí Crivillé i Bargalló, tras describir lo que es una Alborada, menciona que en Villa del Campo Cáceres, llaman Bautiná a la Alborada al Cristo de los Desamparados, es porque lo ha visto reflejado en otra parte, (Crivillé fue un gran musicólogo pero muy alejado de Extremadura y del Campo) con este convincente planteamiento, se retomo la búsqueda y esta ved si hubo suerte. (No hacen falta muchos esfuerzos para suponer la cara de satisfacción de nuestro convencido investigador al ver allí reflejada la Bautiná).
Como alborada al Cristo de los Desamparados, aparece la partitura y letra de la Bautiná en las paginas 118 y 284 respectivamente del Cancionero Popular de la Provincia de Cáceres, (Lírica popular de la Alta Extremadura) dicho Cancionero fue recogido antes y después de la contienda Española y publicado en 1944 por Manuel García Matos, (la parte que hace referencias a Villa del Campo, fue recogida en los primeros años de la década de 1940).

Emblemática, misteriosa, simbólica, relevante, quizás ninguna de estas palabras defina el titulo de Bautiná, o tal ved tenga un poco de cada una de ellas.

Armónicamente, al igual que otras canciones de tradición local, en su contexto melódico, la Bautiná contiene más semejanzas al sistema oriental, que a las gamas de tonalidad menor, usadas en occidente y más propias de estas tierras.
Poéticamente  es octosílabo con rima asonante en los versos pares, de tres estrofas en sextetos, las dos primeras se fundamentan en simbologías y la tercera en hecho real.
La primera hace alusión a las Golondrinas que son guiadas con los rayos del sol anunciando las bondades de Cristo, (Además del simbolismo y sentimiento alegórico de los pueblos, las golondrinas forman parte del lirismo poético y tanto en la iconografía como en la literatura, fácilmente pueden verse golondrinas arrancando espinas, aliviando el dolor de Cristo).
La segunda a los lirios, (“Cristo de Desamparados hermoso y divino lirio”, el aspecto sereno y puro del lirio puede verse en infinidad de representaciones de Jesús) símbolos de pureza y mencionados como ejemplo en el Evangelio, “Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos”.
Y la tercera en la promesa hecha por el Mayordomo.

Con intención o sin ella, dentro del contenido de los versos, pueden verse datos que describen el desarrollo de la Alborada, ya de entrada, antes de empezar a cantar, sitúa las voces cantoras en la propia ermita, donde probablemente hayan pasado la noche, Mayordomo y acompañamiento, y con los primeros rayos del sol, las golondrinas representadas en las voces femeninas que entonaran la Alborada, salen del Templo a cantarla.
Generalmente, las Alboradas eran cantadas por mujeres entorno al Santo en la procesión del amanecer, (El Cristo de los desamparados ha procesionado muy pocas veces, y parece obvio que no había procesión, si no canto de Alborada).
La segunda estrofa nos sitúa en plena acción de la Alborada, el Hermoso y Divino Lirio padeció martirios y fue crucificado por la redención de todos, y allí están una vez más las piadosas mujeres entonando sus alabanzas.

La Tercera muestra a las mujeres de regreso al Templo del Cristo, tras cumplir la promesa hecha por el Mayordomo, expresamente indican al Mayordomo, que vienen de cumplirle la promesa que el había ofrecido, por lo que puede entenderse que el mayordomo se quedaba en la ermita y no participaba de la Alborada.

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