sábado, 29 de agosto de 2009

BICENTENARIO DEL ASESINATO DEL OBISPO DE CORIA




JUAN ÁLVAREZ DE CASTRO

OBISPO DE CORIA (1790-1809)

MÁRTIR DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA

En Mohedas de la Jara, provincia de Toledo, pueblo lindante con la Cáceres, nació el 26, de enero de 1724,
Doctor en Teología. Fue nombrado Obispo de Coria el 29 de marzo de 1790, el 17 de julio del mismo año, con la salud, bastante quebrantada, tomo posesión de la diócesis, lo cual, le obligó en 1805 a fijar su residencia en Hoyos, hospedándose en casa de su sobrina.
En 1806, dada su avanzada edad, propuso al rey un coadjutor, sin carácter episcopal, para que gobernase la diócesis.
La tristeza por la muerte de su sobrino, Antonio Martín Montero, canónigo tesorero de Coria, causó especial quebranto, en su avanzada edad.
Su fervoroso patriotismo se había manifestado ya en la guerra de España contra la Convención, entrega para tal causa considerables cantidades de dinero y anima a la participación de los demás obispos, así como en la posterior contra Inglaterra para la que anticipó una suma de 800.000 reales.
La invasión francesa no mermó esos anhelos, se pone a la disposición de la Junta de Badajoz, arbitra recursos y escribe dos circulares, una en junio y otra en septiembre, recomendando en la primera la unión de los españoles frente a Napoleón, y dando gracias a Dios, en la segunda, por la victoria de Bailén y disponiendo sufragios por los soldados fallecidos. Ambas se conservan en el Archivo del Congreso de los Diputados.
Dichas pastorales fueron recordadas en las Cortes de Cádiz por el diputado extremeño Oliveros el 2 de abril de 1812: en clara referencia a su generosidad en el apoyo a la causa de la Nación.
Ofreció a la Junta de Extremadura los sobrante de la Mitra.
Llegada la invasión francesa por las tropas napoleónicas, no es de extrañar que el obispo no fuera bien visto por quienes usurpaban el suelo patrio y, a sus años, tuvo que trasladarse de un pueblo a otro huyendo de los franceses que le perseguían, Valverde del Fresno y Villanueva de la Sierra, fueron algunos de los lugares donde tuvo que refugiarse el anciano Obispo, cuando cesaba la búsqueda volvía a Hoyos, en otras ocasiones fue llevado a puntos intransitables de la sierra, para ello utilizaban un sillón con varales a modo de silla Gestatoria que era trasportada a hombro por los hombres del pueblo, así fue transcurriendo el tiempo hasta aquel 29 de Agosto de 1808 en el que se negó a salir devorado por las altas fiebres que tenia y decidió enfrentarse a su destino, a la una de la tarde llegaron los hombres del Mariscal Soult establecido en Plasencia, y de manera violenta le arrancan el pectoral, pasándoselo de uno a otro la soldadesca Francesa, haciendo escarnio de tan sagrada insignia, le quitaron la ropa de cama que le cubría y arrojándolo al suelo desnudo, boca arriba, le disparan un primer balazo en los testículos y después otro en la boca.
Fue enterrado sin solemnidad y con apresuramiento en la iglesia de Hoyos, sin que hoy se conozca el lugar en que fueron depositados sus restos.

Copias integras de las Pastorales de Don Juan, que se conservan en el congreso de los diputados y que a la postre fueron su sentencia de muerte.







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