sábado, 14 de junio de 2008

ARCHIVOS MUNICIPALES Villa del Campo

Aproximación a la destrucción de los archivos Municipales de Villa del Campo

Bien conocido es, al menos en la comarca, el valiente comportamiento del Guijo de Galisteo, contra los franceses y sus ingratas e injustas consecuencias, que le valió el apelativo en tono despectivo de Guijito Quemao, cometieron tantas atrocidades aquellos franceses que muchas de ellas apenas si se conocen o no se sabe porque sucedieron, tal es el caso de Villa del Campo, se sabe que sus archivos municipales fueron saqueados y quemados durante esa guerra, pero se ignora el motivo o detonante que provoco tal ofensa.
La falta de documentos y de trasmisión oral, hacen que la búsqueda se haga más complicada, algo así como buscar una aguja en un pajar, pero buscando y buscando esa aguja se puede encontrar, si la aguja aparece, esta suele ir unida al hilo, y del hilo se puede tirar, con la unión de ambos se pueden ir hilvanando los pequeños retazos que vayan apareciendo, y posteriormente coserlos, para que no se vuelvan a separar.
Esa aguja podría ser Don Lorenzo Igual de Soria, Obispo de Plasencia en aquella época.
Para tratar de aclarar el porque se destruyeron loa archivos puede que nos basten tres ejemplos.
El primero es el ya mencionado Guijo de Galisteo, en el, el pueblo lucha contra el invasor y este castiga al pueblo quemándolo.
El siguiente también esta cerca, en este caso representado por el Obispo de Coria Don Juan Álvarez de Castro.
Las Diócesis cacereñas se opusieron desde el principio a la invasión, pero este Obispo redacto dos durísimas pastorales que incitaban a la rebelión, la obediencia a la Junta, el sacrificio y la donación, la primera esta fechada el 30 de Junio de 1808 y la segunda el 20 de Septiembre del mismo año, dichas Pastorales ocupan 17 folios y resultan un tanto voluminosas por lo que se recogerán solo algunos párrafos importantes.
Don Juan encabeza la primera Pastoral con estas palabras.
“En las críticas circunstancias que nos hallamos, la unión de todos los corazones a un mismo fin es el muro más inexpugnable que podemos oponer a nuestros enemigos”. Prosigue que hay que afrontar la lucha, “sin el espíritu de disputa y alteración, que siempre malogro las grandes empresas, y desplegar toda la energía del valor Español para repeler las fuerzas de nuestros enemigos, vencerlos y subyugarlos a la razón y justicia”. En referencia a Napoleón dice. “Que jactándose de ser el más fiel amigo, se ha descubierto por el más vil y pérfido de los traidores que hasta ahora existieron”. Sigue más adelante, “engaña y corrompe varios Generales prometiéndoles ¡Miserables! Honores y dinero”. Continúa con Napoleón. “Este monstruo que todo lo destruye y devora; que no reconoce superior, ni respeta la autoridad; que arma los pobres contra los ricos; y a éstos con sus bienes contra los pobres”. Al pueblo le pide que se mantenga vigilante, “mil ojos son necesarios para desenvolver las tramas de estos hombres de dolos y engaños.
Hijos míos: vigilancia, unión, paz, obediencia y subordinación a los Jueces y Magistrados son los únicos preservativos de tamaños males”.
A los jóvenes, “jóvenes valientes, en vuestros robustos brazos dirigidos por la sabiduría de los Generales, confía nuestra desconsolada Patria”. A los ricos y poderosos, “la caridad y justicia exigen vuestros dineros para consérvala y que conservéis con ella vuestras propiedades”. Y así al a los ancianos, madres, eclesiásticos, etc. etc.
En la segunda Pastoral del 20 de Septiembre, se dirige a los fieles, dando gracias a Dios por la redención de la Patria, (debe referirse a la retirada parcial del enemigo, después de la batalla de Bailen) y continua contra los franceses. “¡Monstruos! Se han levantado contra Dios; y su Emperador orgulloso y pérfido como Lucifer ha intentado elevarse sobre su trono”. A los que no pueden luchar, “ya que no tenemos la dicha de acompañarlos en sus combates, tomemos parte en ellos con nuestras dávidas generosas, y satisfagamos con alegría y prontitud las antiguas y nuevas contribuciones. Nos protestamos que, desempeñadas las premisas obligaciones de la Mitra, aplicaremos todas las restantes rentas a los gastos de tan santa empresa”.
Este Obispo de Coria era un venerable anciano, que por su avanzada edad nombro un coadjutor y fijo su residencia en Hoyos atendido por una sobrina, algún afrancesado alerto a los franceses del contenido de las Pastorales y los Mariscales comenzaron a perseguirlo, Valverde del fresno y Villanueva de la Sierra fueron algunos de los lugares donde tuvo que refugiarse el anciano Obispo, cuando cesaba la búsqueda volvía a Hoyos, en otras ocasiones fue llevado a puntos intransitables de la sierra, para ello utilizaban un sillón con varales a modo de silla Gestatoria que era trasportada a hombro por los hombres del pueblo, así fue transcurriendo el tiempo hasta aquel 29 de Agosto de 1808 en el que se negó a salir devorado por las altas fiebres que tenia y decidió enfrentarse a su destino, a la una de la tarde llegaron los hombres de Mariscal Soult establecido en Plasencia, de manera violenta lo sacaron de la cama, le arrancaron el pectoral y después de muchas vejaciones lo arcabucearon salvajemente.
Y con este relato llegamos a la segunda conclusión, un alto mandatario de la Iglesia exhorta a sus feligreses contra los franceses, la reacción es quitarse de en medio a ese mandatario.
Y llegamos al tercer ejemplo, en este caso también es un Obispo.
Don Lorenzo Igual de Soria, era Obispo de Plasencia como ya se ha dicho, al igual que la postura de las dos Diócesis Cacereñas. Este obispo fue nombrado Presidente de la Junta Local de Armamento y Defensa de Plasencia, cuando la Junta Central de Madrid, abandona la capital en diciembre de 1808 y emprende el éxodo a Sevilla, el la socorrió con 90.000 reales, posteriormente se refugio en Monrroy y despreció las invitaciones que le hicieron los Generales Colombiere y Soult para que volviera a la ciudad, esta altiva postura fue mandada publicar como ejemplo de patriotismo en la prensa Sevillana por la Junta Central.
Con estos antecedentes, Don Lorenzo se vio obligado a peregrinar por diferentes pueblos Cacereños huyendo de los franceses, así llego a Villa de Campo, donde estuvo a punto de ser fusilado, logrando escapar en dirección a Ciudad Rodrigo, no se tiene conocimiento de cómo pudo salvarse, solo consta el hecho, aunque parece probable por el modo de proceder del invasor, castigando a la institución al quemarle los archivos, que los representantes de esta tuvieron parte en la escapada, bien liberándolo si estaba detenido o facilitando la fuga si estaba cercado, tampoco se sabe la fecha de los acontecimientos, ni si había algún destacamento en el lugar por aquellas fechas.
Si se tiene conocimiento en la villa de la estancia durante algún tiempo del Conde Penne-Villemur, este conde era Capitán General de los Realistas en Extremadura, Mariscal de Campo y Comandante del 5º Ejército de Caballería, y solía ir acompañado de 3.000 o 4.000 de a caballo.
Penne-Villemur escribe a su amigo el Teniente General Don Pablo Morillo en los siguientes términos.
Villa del Campo (Cáceres) 5 de Diciembre 1812
Mi Estimado Morillo; Aunque la casualidad nos haya separado en las operaciones militares, mi amistad para con vd. Y mi particular afecto a todos los jefes y oficiales de esa división, serán siempre inalterables. No he contestado antes a vd. Reiterándole estos sinceros sentimientos por no saber positivamente su paradero, pero ahora lo hago con el mayor gusto, pidiéndole tenga la bondad de manifestarlo a esos dignos oficiales. Sentado el principios de nuestra confraternidad, espero convendrá vd. En que una y otra tropa participe estas pascuas de los restos del dinero que ha quedado en poder de los comisarios, etc. etc.
Con lo aquí expuesto, quedan sentadas las bases para una investigación más amplia, mientras tanto, se podría afirmar, aun sin conocer la forma en que se obro, que el motivo o detonante de la desaparición de los archivos fue el incidente por el Obispo de Plasencia, esto nos daría derecho propio a retocar o reformar parte de la popular redondilla que a menudo tararean los seminaristas.

Para perpetua memoria
De los siglos venideros,
Dejó a los curas en cueros
Don Lorenzo Igual de Soria.

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